martes, 21 de abril de 2009

Disfruta el silencio


Es en la soledad cuando estamos menos solos.
Poeta y escritor inglés.


La soledad es el privilegio de los espíritus extraordinarios.
Arthur Schopenhauer (1.788 - 1.860)
Filósofo alemán.

Hace unos días charlaba con un amigo quien me decía que no soportaba estar solo. Estar en su casa, sin compañía por un lapso prolongado le provoca angustia, incomodidad y nerviosismo. Y me preguntó: ¿A vos te pasa lo mismo?

No, respondí con sorpresa, disfruto estar solo. Para mí es mejor la soledad que la charla insustancial. El aislamiento a sufrir la insoportable levedad del ser de una persona intrascendente. Prefiero leer un buen libro a charlar con un desconocido en un ómnibus; estar tranquilo en mi casa haciendo algo que me guste y no asistir a una fiesta en la que me sentiría fuera de lugar.

Cuando tenía 21 o 22 años sabía que yo era una mala compañía para mí mismo, así que me reprimía con música y lectura. Por eso me sorprende que hoy ya no piense lo mismo: pocas cosas me relajan más que sentarme en la oscuridad, oyendo algún buen disco (Pink Floyd, Dire Straits, Enigma...) y meditar sobre cualquier tema en un ambiente perfumado por sahumerios de incienso. De todos los 16 años en los que viví fuera de la casa de mis padres, fui siempre mas feliz cuando vivi solo. Ni los siete años de convivencia con mi ex-novia fueron tan buenos, excepto cuando ella viajaba...

No soy un ermitaño: disfruto reunirme con mis pocos amigos verdaderos, pasar algunos días con mi novia o con mis familiares. Y la compañía virtual está ahí cuando la necesite, a través de Internet. Pero soy completamente feliz cuando estoy solo, conmigo mismo, y puedo dejar que mi mente divague sin interrupciones ni molestias.


Las palabras, como violencia, rompen el silencio
Vienen estrellándose en mi pequeño mundo
Dolorosas para mí, se abren paso a través de mí
¿No puedes entenderlo, mi pequeña niña?






sábado, 11 de abril de 2009

Recuerda: eres mortal (Memento Mori)


Un Samurai le preguntó al Maestro Zen Hakuin
-- ¿Dónde irá usted al morir? 
-- ¿Cómo puedo saberlo? --replicó Hakuin
-- ¿Cómo saberlo? ¡Usted es un maestro Zen! --exclamó el Samurai
-- Sí, lo soy. Pero no estoy muerto.


Nacer es un delito que se paga con la muerte.
Arthur Schopenhauer (1.788 - 1.860)
Filósofo alemán.


Si es un hecho aceptado que prácticamente la totalidad de las religiones prometen una "vida eterna", más o menos feliz de acuerdo a nuestro comportamiento en vida, ¿Por qué tantas personas temen a la muerte?

Porque nadie sabe realmente qué pasa después. Yo, personalmente, creo que después de la muerte hay una hermosa nada: No hay cielo, limbo, infierno ni reencarnación.  Seguiré convencido de ello hasta que alguien demuestre científicamente lo contrario, ya que opino que las supuestas experiencias cercanas a la muerte son delirios de un cerebro privado de oxígeno.

Aún así no temo morir, ya sea mañana o dentro de 50 años. Claro que tampoco estoy deseando mi propia muerte y arriesgándome inútilmente, ni tengo una lista de cosas por hacer antes de que ese momento llegue. 

Un pastor bautista me dijo hace ya tiempo: "Si no crees en el infierno, ni en el paraíso, no puedes ser honesto, moral y ético". Le contesté (bastante molesto): "Soy humanista, lo que entre otras cosas quiere decir que sé que la bondad o maldad del ser humano es responsabilidad de sí mismo, y no es determinada por entes externos (el Diablo, la sociedad o lo que sea). Mis valores, la ética y el sentido común son los pilares que sostienen mi forma de actuar; y no el terror a ser condenado a quemarme eternamente en el infierno por un Dios que supuestamente me ama. Trato de ser buena persona por satisfacción personal, y por el bien de la sociedad." La conversación fue en cuesta abajo desde ahí, porque me preguntó qué iba a pasar cuando muera. Le dije: "Nada. Si estoy en lo correcto, bien. Y si me equivoco, es responsabilidad mía".

El libre albedrío es una puta.
(Free will. It's a bitch.)
John Milton, en "El Abogado del Diablo"

sábado, 4 de abril de 2009

Mi PC: ¿Poeta?

Con su ábaco
agraciadas palabras
ella elige

Hace ya un tiempo, Natalia Alabel en su blog (precisamente acá, allá, más allá, y finalmente aquí) propuso elegir las palabras más hermosas. Y compiló una lista de 290 palabras hermosas, proponiendo luego tirar los dados para elegir algunas al azar y componer poemas, haikus (un poema breve de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente) o novelas enteras.  Entonces fue que se me ocurrió hacer un pequeño programita (sin instalación, es descomprimirlo y usarlo) que haga precisamente eso: de una lista, elegir el número de palabras que quieras al azar para usarlas en ejercicios de creatividad literaria. Aquí van algunos ejemplos de haikus, junto con los resultados del programa que sirvieron de fuente de "inspiración":

Las palabras son: badulaque, libro, caligrafía. Podría ser
El badulaque
dibuja en su libro
fea caligrafía

Un espiritual
elefante aspira
matar cronopios
(Si lo supiera don Cortázar...)

Sí, ya sé que el resultado es disparatado... pero también bastante divertido. Gracias a Natalia Alabel por el post en que me menciona. Y el programita, lo pueden bajar de aquí: http://www.mediafire.com/?sharekey=7d1cf6939fc672a8e7c82ed4b8f0c380e04e75f6e8ebb871
Estoy pensando en algunas mejoras, como agregar la métrica en sílabas de las palabras y luego seleccionarlas de acuerdo a algún criterio. Quizás lo próximo sea una fábrica automática de haikus... En fin, me debo a mis usuarios. Ellos dirán.
Se aceptan sugerencias al programa, que pueden o no ser ignoradas.

jueves, 2 de abril de 2009

No las he de olvidar


Recuerdo vívidamente al 2 de abril de 1.982, pese a que tenía solo 6 años de edad.  "¡Las Malvinas son Argentinas!" era el grito que se escuchaba repetidamente por el único canal de televisión que captábamos en el pueblo donde crecí. Leí, ávidamente, las noticias sobre la guerra en diarios y revistas (Billiken y Gente), y sufrí la gran desilusión de la derrota. 
Mis padres son docentes jubilados, por eso mi infancia transcurrió en una casa llena de mapas colgados, varias bibliotecas llenas de libros y un ambiente intelectualmente estimulante. Yo había empezado el segundo grado de la primaria, y sabía perfectamente dónde estaban las islas. Corrí, con un marcador, a tachar "Falklands" y poner "Malvinas (Arg.)" en los dos mapas colgados en mi dormitorio: un planisferio y un físico-político de Argentina. A mis padres no les gustó mucho, pero no me retaron por eso.

En este artículo no pienso analizar las causas de la polémica guerra (tanto o más discutida que la de Vietnam, las del Golfo o la de los soviéticos en Afganistán), quiero escribir sobre lo que no se difunde en estos tiempos de historia parcializada. Hubo una guerra, con aciertos y errores; héroes y cobardes en ambos bandos. Y no, como dicen algunos, solo un intento de sumar al país otra provincia pobre llena de habitantes hostiles.


Teniente Primero (PM) Roberto N. Estévez, 
Medalla "La Nación Argentina al heroico valor en combate"

Películas como "Iluminados por el Fuego" o los documentales de The History Channel muestran una versión incompleta de la guerra: la incompetencia, la crueldad, la ignorancia, la cobardía; y no mencionan a los que, calladamente, cumplieron su deber de soldados. Deshonran la memoria de los héroes como el Teniente Primero (post mortem) Roberto Néstor Estévez, quien herido mortalmente siguió preservando a su gente, salvando vidas y combatiendo, según relato de primera mano de un soldado conscripto. O del Sargento Primero (post mortem) Mario Antonio "Perro" Cisneros, quien combatió en la Compañía de Comandos 602 (Fuerzas Especiales), al mando del entonces Mayor Aldo Rico, heroicamente muerto en combate. Nombro solo a estos dos porque considero que son un ejemplo de valentía y sacrificio, que hicieron honor al juramento del soldado: "defender la Patria, si es necesario, hasta perder la vida".
Hablan de "Los chicos de la guerra", declarando que se enviaron chicos adolescentes sin experiencia a la guerra. Solo basta informarse un poco para saber las edades de los soldados en cualquier país del mundo: es aproximadamente 18 años. Fue asi en casi todas las guerras modernas.
Les dan difusión a unos cobardes que deberían ser olvidados rápidamente, en favor de los valientes bien nacidos.
Actualización: Acabo de ver un excelente documental escrito y dirigido por Sandro Rojas Filártiga, llamado "Malvinas: aún esperan". Este documental cuenta con testimonios de ex-combatientes y protagonistas del conflicto, quienes cuentan sus experiencias. Se contrapone directamente a la política oficial de "desmalvinización", de ocultar y olvidar la guerra. Lo van a pasar pronto por el canal C5N y se los recomiendo.


Los pocos veteranos de la guerra de Malvinas que tengo el honor de conocer son personas calladas, marcadas profundamente por esa experiencia. Rara es la vez que comentan algo del conflicto, pero cuando lo hacen, es afortunado el que esté allí para oírlo. Estas personas son actores protagonistas de la historia. Ellos pueden contarnos realmente cómo se peleó la guerra.

Hace unos días oí en una radio local a una periodista que decía:
¿Para qué está el Ejército? Las fuerzas armadas no sirven para nada. No hay perspectivas de una guerra. Solo sirven para desperdiciar el dinero.
Le contesto a esa periodista, como civil, desde mi humilde blog:
Las Fuerzas Armadas (Ejército Argentino, Fuerza Aérea Argentina y Armada)  están para defender a la Patria de amenazas externas. Son una póliza de seguro que esperamos nunca tener que usar. Son una reserva que hace la diferencia entre la vida y la muerte en casos de desastres naturales. Son un bastión de soberanía en la frontera. Cuando todos estamos cómodos, bien alimentados y a gusto en nuestras casas, hay gente de la Armada, de la Fuerza Aérea o del Ejército de guardia o entrenándose. Sufriendo por las inclemencias del clima, el hambre y la distancia que lo separa de sus seres queridos. Sin quejas, porque no es un trabajo: es una vocación. Y son voluntarios, porque nadie les obliga a hacerlo. Ellos están ahí para protegernos, y les debemos respeto. 
Ahora bien: ¿qué es la Patria? ¿qué nos hace argentinos? Patria es la tierra natal, según define el diccionario, pero es muchas cosas más: 
  • La Patria está forjada por próceres como don José de San Martín, Manuel Belgrano y otros, quienes dedicaron sus vidas para que tengamos un país al que llamar nuestro. Y esto es así, aunque el maldito revisionismo histórico trate de manchar la historia de estos insignes hombres. Fueron humanos, cometieron errores. ¿Quién no? Aún así, son necesarios como modelos a seguir y como aglutinantes de la tan esquiva identidad nacional.
  • La Patria es ese lugar que acogió a nuestros antepasados, que vinieron de países lejanos huyendo del hambre y la guerra, y les dió la oportunidad de lograr una vida mejor. Personas que dejaron sus tierras natales y adoptaron la celeste y blanca como bandera propia.
  • La Patria es parte de lo que nos hace estar orgullosos cuando un argentino sobresale en algo, y vivir sus triunfos como propios. Es el hogar de muchos héroes poco famosos, como el Dr. René Favaloro, quien prefirió volver a Argentina antes de quedarse en EEUU por el dinero. O La Bonaerense, quien desde su puesto de docente moldea la vida de muchos chicos y les hace conocer la esperanza de un futuro mejor.
  • La Patria que tenemos el privilegio de habitar nos dá libertad, educación gratuita, buenos alimentos, etc. Basta ver cómo les va a otros países menos afortunados.

En estos globalizados tiempos actuales, con palabras en idiomas extranjeros por doquier, nuestra Patria es Argentina
Debemos estar orgullosos de haber nacido en ella y nuestra obligación es defenderla a toda costa, porque conforma nuestra identidad como seres humanos y porque es nuestro hogar. Y la defendemos haciendo bien nuestro trabajo, buscando el bien de todos, no el egoísta beneficio individual, respetando y enseñando a respetar a nuestros símbolos patrios (aunque no esté de moda y ciertos ignorantes nos acusen de fascistas, sin siquiera saber qué significa).

¡Viva la Patria! 
¡Viva Argentina!
¡Vivan los héroes de Malvinas!
¡Que vuestra sangre no haya sido derramada en vano!